Las Flores de Bach son una serie de esencias naturales utilizadas para tratar diversas situaciones emocionales, como miedos, soledad, desesperación, estrés, depresión y obsesiones. Fueron descubiertas por Edward Bach entre los años 1926 y 1934.
El Dr. Bach era un gran investigador, además de médico y homeópata. Experimentó con diversas flores silvestres nativas de la región de Gales, en Gran Bretaña, de donde él era originario, hasta encontrar 38 remedios naturales, cada uno con propiedades curativas para distintos problemas emocionales. A estas 38 flores se les llaman Flores de Bach.
Las Flores de Bach también reciben el nombre de esencias florales de Bach y de elíxires florales de Bach.
Su teoría era que las enfermedades físicas tienen un origen emocional, y que si los conflictos emocionales subsisten por mucho tiempo, la enfermedad del cuerpo empieza a aparecer, Sin embargo, al restaurar el equilibrio emocional se resuelve la enfermedad física. Fue de esta forma que desarrolló la Terapia de las emociones.
Después de más de 70 años, las Flores de Bach han sido probadas como un magnífico sistema para tratar los problemas físicos, mentales y emocionales de los seres vivos.
Un poco de historia:
Sus inicios y carrera médica
El Dr. Edward Bach (que poseía numerosos títulos académicos) fue un especialista en patología, bacteriología y homeopatía. Nació en 1886 en Moseley, en las afueras de Birmingham, aunque los orígenes de la familia se encuentren probablemente en Gales. Empezó sus estudios de medicina en 1906 en la Birmingham University, para trasladarse más tarde al University College de Londres, donde completó sus estudios en 1912.
Se libró de luchar en la Primera Guerra Mundial por su falta de salud, pese a lo cual se encargó de muchos trabajos durante la guerra, como ayudar a los heridos. Esta responsabilidad, a parte de sus investigaciones, le llevaron a sufrir un colapso por una severa haemmorhage en 1917. Los cirujanos que le operaron dijeron que sólo le quedaban tres meses de vida, de modo que volvió a su trabajo en cuanto pudo con el ánimo que le proporcionaba la idea de hacer al menos una última contribución a la medicina antes de morir. Pero con el paso de los meses se iba sintiendo cada vez más fuerte y llegó a la conclusión de que se debía a que su trabajo le hacía feliz y le inspiraba.
Para Bach, la creencia de que el estado mental podía tener un efecto directo y muy poderoso sobre la salud física, se confirmó con la experiencia. Cuando descubrió los escritos de Hahnemann sobre homeopatía pensó que al fin estaba bien encaminado hacia el tipo de tratamiento natural que buscaba.
Investigación Homeopática
Su investigación sobre las vacunas iba bien, pero a pesar de ello el Dr. Bach se sentía insatisfecho con la forma en que se espera que los médicos se concentren en las enfermedades y hagan caso omiso de la persona en su totalidad. Aspiraba a un enfoque más holístico de la medicina. Tal vez por esto se explique cómo, no siendo homeópata, haya aceptado la oferta de un puesto vacante en el Hospital Homeopático de Londres.
Una vez ahí, pronto se dio cuenta del paralelismo entre su trabajo sobre las vacunas y los principios de la homeopatía. Adaptó sus vacunas para producir una serie de siete nosodes homeopáticos. Este trabajo y su posterior publicación le trajo la fama en los círculos homoepáticos. La gente empezó a referirse a él como ‘el segundo Hahnemann’.
Los remedios florales
Bach había estado trabajando hasta ahora con las bacterias, pero quería encontrar remedios más puros y menos dependientes de los productos de la enfermedad. Empezó a recolectar plantas y en particular las flores -la parte más desarrollada de una planta – con la esperanza de reemplazar los nosodes con una serie de de remedios más suaves.
En 1930 estaba tan entusiasmado con la dirección que había tomado su trabajo, que decidió abandonar su lucrativa consulta de Harley Street y se marchó de Londres con la determinación de dedicar el resto de su vida a un nuevo sistema de medicina, que estaba seguro de poder encontrar en la naturaleza. Se llevó consigo a su asistente, una radióloga llamada, Nora Weeks.
Después de años de ensayos y errores, que implicaban la preparación y las respectivas pruebas de miles de plantas, encontró en una el remedio que buscaba. Cada uno estaba enfocado a un estado mental o anímico específico. Se dio cuenta de que al tratar las personalidades y sentimientos de sus pacientes, sus desdichas y sufrimientos físicos se aliviaban de manera natural, al desbloquearse el potencial de curación de sus cuerpos, permitiendo que volviese a funcionar nuevamente.
Su vida siguió un patrón estacional del año 1930 a 1934: de primavera a verano dedicado a buscar y preparar los remedios y en el invierno ayudando y asesorando a los que vinieran en su búsqueda. La mayoría de los inviernos los pasó en la ciudad costera de Cromer.
El Centro Bach
En 1934 el Dr. Bach y Nora Weeks se mudaron a una casa llamada Mount Vernon en el pueblo Brightwell-cum-Sotwell de Oxfordshire. En los caminos y en los campos encontró los remedios restantes que necesitaba para completar las series. Por aquel entonces su cuerpo y su mente estaban en tal grado de sincronía con su obra, que sufriría el estado emocional que necesitaba curar y probaría las plantas y flores hasta encontrar la que le ayudaría. De esta manera, a través de un gran sufrimiento y sacrificio personal, completó la obra de su vida.
Un año después de anunciar que su investigación sobre los remedios había concluído, falleció en paz una noche del 27 de noviembre de 1936. Tenía tan sólo 50 años, pero logró sobrevivir al pronóstico de sus médicos por casi 20 años. Dejó atrás una vida de experiencia y esfuerzo y un sistema de medicina que se utiliza en todo el mundo.
Dejó su trabajo en manos de sus amigos y colegas Nora Weeks y Victor Bullen, con instrucciones de continuar con su trabajo y de mantenerse fiel a la sencillez esencial de lo que había hecho. En una carta a Victor, fechada 26 de Octubre de 1936, un mes antes de su fallecimiento, escribió:
La gente como nosotros que ha saboreado la gloria del sacrificio, la gloria de ayudar a nuestros hermanos, una vez que se nos ha dado una joya de tal magnitud, nada puede apartarnos de nuestro camino de amor y de deber para mostrar al mundo su brillo puro y sin adornos.